CASCO HISTÓRICO, KILÓMETRO 50 Y COLECTORA

Agradezco a Pilar a Diario y a su director Sergio Abrate la publicación de esta columna de opinión

Algunos vecinos nacidos en Pilar sostienen que los emprendimientos del kmt. 50 fueron los que hicieron detonar al centro histórico de la localidad y, por eso, en su momento, manifestaron su ferviente oposición a que se instalaran, obviamente sin suerte.

En esa línea, en una postura altamente conservadora, se cuestiona duramente la invasión de los countries y barrios cerrados en el distrito.

Ahora bien, ya sean los nuevos emprendimientos -comerciales o inmobiliarios- que se instalaron en la localidad, sumado a ello todos los que están en vías de construirse ¿Son los culpables de que el centro histórico no evolucione?

A mi modo de ver, no hay culpables a quienes se les pueda atribuir el estado actual del centro de Pilar.

En mi opinión el tema es cultural.

Mi parecer, seguramente desacertado, es que el propio universo de dueños de comercios, tierras, etc., aunque de la boca para afuera digan lo contrario, en la cruda realidad no desean cambiar absolutamente nada.

Lo fundamento:

En una reciente columna titulada “Una Oportunidad Inesperada” Diego Schejtman sostuvo con motivo de esta pandemia:

“Los comercios de cercanía van a reabrir sin la competencia de los shoppings de la Panamericana, con su estacionamiento gratis, su armonía estética y las marcas de sus vidrieras. Todo eso que el centro de Pilar perdió y no pudo, no supo o no quiso recuperar”.

Compartiendo 100% esta opinión, a mi parecer, aún sin la competencia a la que se refiere Diego, todo quedó igual, nada cambió porque no hubo voluntad ni vocación para el cambio.

Pienso que los negocios de un centro comercial (léase shopping) no compiten con los del centro de Pilar, toda vez que, en su mayoría, la clientela estaría compuesta por un público diferente. Lamentablemente es gente que, si bien es cierto que vive en Pilar, también lo es que pocas veces o nunca visitó el casco histórico.

En ocasiones, los pilarenses eligen los grandes centros comerciales por la variedad de mercadería y marcas (más allá que -según cuentan- a veces los precios de algunos productos son más elevados en los negocios de cercanía que en los shoppings) sumado a ello la ventaja del estacionamiento gratuito, las prestaciones, el paseo y la estética visual.

Recuerdo que dos años atrás, en plena crisis donde comenzaban a cerrarse los locales del centro de Pilar, los dueños de los inmuebles estaban en una postura intransigente a fin de realizar negociaciones con el inquilino (comerciante) para bajar el alquiler, lo cual redundó en el cierre de cientos de persianas.

Preferían el negocio vacío y sin alquilar antes que bajar el precio de la locación.

Los comerciantes migraron del centro histórico, pero muchos de ellos encontraron su oasis, representado por los negocios de la colectora.

Ventajas: 1) accesibilidad 2) estacionamiento gratuito 3) quizás una mayor seguridad; 4) mejor infraestructura 5) mayor afluencia de gente 6) mejor segmentación de clientes (no se circunscriben a un centro sino a un lugar a la vera de la autovía de constante movimiento y consecuente rotación).

Ante este panorama, los intransigentes dueños de los locales comerciales del centro histórico “hicieron agua”, se quedaron “sin el pan y sin la torta”.

Por lo tanto, hasta que no exista de fondo un cambio cultural, mi opinión es que todo seguirá de igual manera, vegetando, en piloto automático.

Y ¿quiénes serían los artífices de este cambio cultural que se pregona?

Sin dudarlo los jóvenes. La nueva generación hoy rezagada y limitada en su accionar.

Por lo tanto, si a los jóvenes no les otorgamos el lugar que merecen no sólo en la dirigencia de las fuerzas vivas, sino en la sociedad pilarense, caeremos en lo que Sergio Abrate señaló en su imperdible columna “Gataflorismo a la Italiana”, al sostener:

“No sé cómo lo llamarán en Europa, pero de este lado le decimos “gataflorismo”, eso de chillar si te lo dan y llorar si te lo quitan.
En el medio, debatimos poco, proponemos menos, nos indignamos mucho y construimos nada”.

Cualquier semejanza a lo citado por Sergio respecto a la realidad del centro histórico de Pilar es “pura” pero una “purísima coincidencia”.