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Elecciones Presidenciales: ¿Disputa electoral entre dos sistemas de Gobierno?

Columna exclusiva Diario Perfil (www.perfil.com/autor/mechevarria). Agradezco la publicación de esta columna al CEO de Perfil Jorge Fontevecchia y de igual manera a la Coordinadora de Columnistas Patricia Merigo.

Por Marcelo H. Echevarría (1)

Emitiré una opinión evitando caer en la denominada “grieta” exponiendo un razonamiento basado en la realidad vivenciada como ciudadano.

En primer lugar, destaco que tuve el grato honor de ser parte de la gestión del Presidente Mauricio Macri desde el año 2015 al año 2017 como, de igual manera, tengo un excelente recuerdo del candidato por el Frente de Todos, el Dr. Alberto Fernández quien fue uno de mis primeros profesores universitarios en el año 1985.

Por lo tanto, en lo personal, la “grieta” es ajena a este análisis como a la conclusión que se arribará.

Estamos ante una elección que se definirá entre dos sistemas de gobierno encontrándose en las antípodas uno del otro.

El Frente de Todos recurrirá a sus históricas alianzas políticas con Venezuela, Irán, Cuba, entre otros países, mientras que el Gobierno actual reincidirá con la política internacional mediante la inserción en el mundo capitalizando el resultado del G20 y, recientemente, el Pacto Mercosur- Unión Europea.

El hoy denominado Frente de todos le imputa a Mauricio Macri poseer “relaciones carnales” con Donald Trump y Christine Lagarde.

Los mismos que afirman lo antedicho, similares o mayores “relaciones carnales” la poseían con Chávez, Maduro o Mahmoud Ahmadinejad, ex presidente de Irán.

Es muy cierto que los índices de pobreza han aumentado considerablemente estos últimos tres años, al igual que la inflación.

El poder adquisitivo de los salarios, las PyMES y comercios sufrieron severos impactos producto de la crisis económica y la recesión, motivo por el cual parte del país se resintió con el oficialismo porque, suelto de boca, pronosticó en el comienzo de esta gestión que el índice de la pobreza disminuiría al igual que la inflación y nada de ello ocurrió, a pesar de jactarse que poseía el mejor equipo de los últimos 50 años.

A esto lo denominaría un “pecado de soberbia”.

Pero también recuerdo que en la gestión kirchnerista ninguna crítica al gobierno se podía realizar públicamente ante innumerables sucesos de gravedad institucional, oscuros, vidriosos nada claros (Caso Nisman, Tragedia del Once, legitimación de la actuación de la organización Tupac Amaru creando Estados paralelos, fraudes con las viviendas a través del programa “Sueños Compartidos”, entre otros, donde la persona carenciada y necesitada de un hogar fue la principal perjudicada por el propio gobierno populista).

El sistema de gobierno instaurado por la ex Presidente jamás informó el acontecer de las situaciones críticas a los argentinos en conferencia de prensa.

De esa manera, la crucial labor del periodismo se veía censurada al estar impedidos de realizar preguntas y/o repreguntas a fin de conocer la realidad de los gravísimos sucesos que acaecían en el país a los efectos de cumplir con su objetivo, tal el de informar debida y objetivamente a la ciudadanía.

Contrariamente, la cadena nacional era utilizada para hablar en primera persona y autorreferencialmente, mediante discursos monotemáticos y carentes de contenido respecto a los temas preocupantes para la ciudadanía, negándolos sistemáticamente, de manera  idéntica a lo realizado por Chávez o Maduro en Venezuela.

Recuerdo en la gestión anterior a la clase media urbana enardecida por las políticas económicas convocando a movilizarse a través de las redes sociales con la finalidad de expresar su repudio con marchas pacíficas y multitudinarias, ante la falta de lo esencial para la vida de los habitantes, como ser medicamentos, cortes de energía eléctrica en todo el país, la gravísima inseguridad, la ola de secuestros extorsivos, como de igual manera otros temas menores a los señalados pero que afectaban a la calidad de vida como lo fueron las restricciones para viajar al exterior o a la compra de divisas (encontrándose vigente el denominado “cepo cambiario”), estando el ciudadano obligado a explicarle al funcionario de turno (al cual con nuestros impuestos le pagamos su sueldo) los gastos que realizaríamos con el dinero producto de nuestro trabajo.

Ante estas manifestaciones de miles de personas, las críticas les pasaban inadvertidas al gobierno anterior, ni siquiera tomándose el trabajo de responderle a la ciudadanía, incurriendo también en el “pecado de soberbia”.

Al Gobierno del Presidente Macri podemos cuestionarle todo lo referido a la economía, pero en lo sustancial, en estos tres años y medio de gobierno, nadie podría objetar lo que jamás faltó, siendo esto la LIBERTAD.

Esa LIBERTAD que hoy poseemos es uno de los valores que debemos preservar a rajatabla, a fin de poder emitir nuestra opinión sin censura previa, lo cual fue muy codiciado por toda la ciudadanía cuando nadie la escuchaba.

Hoy ningún ciudadano duda que podría cuestionar cualquier decisión gubernamental sin ser escrachado públicamente, contrariamente a lo sucedido con el llamado el “juicio ético y popular al periodismo en plaza Lavalle” (¿Lo recuerdan?) o sin que envíen a la AFIP a título de “correctivo” a quien opinaba de manera disidente o crítica.

El propio Presidente Macri rectificó decisiones entendiendo, luego de efectivizadas, que las mismas eran erróneas, en un claro gesto al pueblo demostrando que, si se equivoca, lo admite, actitud política que no lo hace un “ser humano infalible” como años atrás pretendían ser considerados candidatos hoy opositores.

A lo antedicho se le adiciona una apertura política al integrar como vicepresidente de la formula oficialista a Miguel Ángel Pichetto, un hombre del peronismo respetado por su incuestionable trayectoria, de carácter racional, librepensador y, por sobre todo, demócrata.

La economía no es la primera vez que padece una crisis severa cuya responsabilidad es exclusiva y excluyente del gobierno actual, quizás no por la génesis de la misma, sino por no haberlo advertido de manera previa a la ciudadanía.

Por ello, y ante eventuales futuras alianzas -tal como ha sucedido históricamente- con Maduro, Cuba o Irán, al momento de votar elijo la LIBERTAD de mi familia, toda vez que uno de los pocos sucesos que me asustan particularmente es ver el padecimiento de los hermanos venezolanos, motivo por el cual deseo que el sistema dictatorial en ese país culmine en lo inmediato, que Argentina se encuentre bien alejada de Maduro pero muy cerca de sus víctimas, tal lo está en la actualidad recibiendo a miles de emigrantes que no tienen ni siquiera comida en su país en procura de su subsistencia. 

Y la conclusión arribada no se corresponde con la denominada “grieta” sino que, ponderando dos opciones de gobierno, elijo a una de ellas, no cuestionando ni descalificando a la otra, cuya legitimación será oportunamente revalidada por el Pueblo quien, en definitiva, es el soberano en este sistema democrático que gozamos los argentinos.

(1) Abogado (UBA)- Especialista en Derecho Penal (UB)- Autor e Investigador en Argentina y en España.

Agradezco a www.misionesopina.com.ar reproducción de la columna de opinión publicada en Diario Perfil