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LOS “ILUSTRES” CIUDADANOS DE PILAR

Agradezco a Pilar a Diario y a su director Sergio Abrate la publicación de la presente columna

Por Marcelo H. Echevarría[1]

En este artículo en particular, al calificar de “ilustre” a un segmento de la ciudadanía,  no me referiré al médico o enfermero de la localidad que lucha en la primera línea contra el covid19; tampoco al policía o bombero de Pilar que día a día nos cuidan a pesar de sus magros ingresos; o a los escritores, profesionales o artistas locales o a maestros de escuela pública; o a los vecinos que se impusieron para que el Hospital de Pilar no fuese un estacionamiento; o a ese comerciante que sobrevive a esta tempestad pandémica que hace 110 días lo tiene al borde o ya en la bancarrota.

Los citados hombres y mujeres gozan de un profundo respeto y admiración que a todos nosotros nos encantaría poseer. Ellos son los verdaderos ciudadanos “ilustres”, valientes, pero anónimos de la localidad.

Sentado lo antedicho, por “ilustre” me referiré, puntualmente, a un segmento pequeño de la sociedad pilarense, al cual lo paso a definir:

Son “NyC” (Nacidos y Criados en Pilar) y “NoNyC”, están mezclados.

Algunos se reunían asiduamente (previa pandemia) en bares céntricos alrededor del municipio (siempre cerca de la autoridad local – o sea “haciendo vidriera”-).

Son conocidos solo y exclusivamente en el centro Pilar. Ya en el kilómetro 50 o en Champagnat son anónimos, igual que usted estimado lector, o yo.

Siempre necesitan pertenecer a una ONg. para que luzca su nombre en el portal de las Excelentísimas y nunca bien ponderadas autoridades del distrito.

Ello los hace revivir viejas situaciones de antaño donde, en algunos casos, 15 o 20 años atrás, oficiaron de referentes de alguna asociación civil o agrupación política, pero hoy no les responden ni un saludito de WhatsApp (o si se lo responden es a desgano).

Creen o hacen creer a su entorno que tienen “chapa social local” (traduzco, poder de lobby).

Una anécdota.

Alguien me comentó que, tiempo atrás, una autoridad accedió a tener una reunión con una ONg ante la recurrente solicitud de sus autoridades.

Un “ilustre” salió diciendo que gracias a él la habían conseguido porque lo habría llamado a un amigo que le hizo puente para que esa autoridad los atendiera. Obvio, una patética mentira.

Para algunos habrá sido el hazmerreír, pero otros le creyeron, y muchos lo aceptan sabiendo que es mentira, pero se callan en una actitud de complicidad.

Y así persisten por largos años calentando sillas de las fuerzas vivas de la localidad.

No les importa si los eligen en primer lugar de una lista o en el último, pero sí o sí necesitan estar presentes para dar lecciones del “deber ser”, con comentarios que todos escuchan, pero unos pocos respetan (o quizás nadie) y siempre, pero siempre, en apresto para la imperdible “foto” con alguna autoridad de turno.

Usted ni se imagina estimado lector lo bien que se sienten mirándose en esa foto.

Esa sensación de alegría, dicha, objetivo cumplido, sintetizado con una exclamación: ¡Miren lo importante que soy!

Un día, aparece un joven potencial dirigente.

Su paranoia les hace salir sus anticuerpos porque este joven les puede hacer sombra.

Los “ilustres” se transforman al mejor estilo de “El Increíble Hulk”.

Esa mutación de la personalidad apareja que la ONg a la cual pertenecen, – siempre metafóricamente hablando-, se transforme en una institución similar al “Alto Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición”. (googlear por favor quien no lo conozca).

Levantan su dedo “inquisidor” y, perdiendo el eje y a los gritos se oponen a que prosperen las inquietudes de ese joven novato.

Los jóvenes con impronta propia (léase los no “chupamedias” u “obsecuentes”) para estos “ilustres” son “inmaduros” para ocupar cualquier cargo, “no salieron de la cáscara del huevo”, necesitan “caminar el adoquín” y le ponen tantas trabas que el joven potencial dirigente huye despavorido con una alta dosis de cansancio.

Los “ilustres”, victoriosos, conservarán su hegemonía.

Al otro día se levantarán por la mañana y en la cafetería de siempre, hablarán de cómo arreglar este mundo tan cruel e injusto, contando los sinsabores que les depara esta gente “paracaidista” y desvergonzada que osa instalarse en alguna fuerza viva donde ellos pertenezcan.

Si nuestros pares nos siguen votando. ¿Por qué deberemos aguantar a esta gente?

No les falta razón porque los votan.

Y Pilar centro así quedó. Varado en el olvido. Solo con mirar el casco histórico y sus barrios nos daremos cuenta a lo que me refiero.

A ver queridos lectores, ¿Nadie conoce a alguno de estos “ilustres” ciudadanos de Pilar?

Lo que gestionaron se puede ver en lo que es hoy y ahora el centro y casco histórico de la localidad.

Concluyo:

Luego del coronavirus, no habrá lugar para estas “eminencias” “excelencias” e “ilustrísimos” ciudadanos de Pilar.

Si Pilar desea crecer, ese lugar deberá ser cubierto por las nuevas generaciones que sueñan con una localidad próspera, bella y estética, aportando originalidad a los emprendimientos y sorpresa en las decisiones por lo novedosas.

Necesitamos jóvenes pilarenses transgresores que manejen el networking como la nueva forma de trabajo, que implementen la “comunicación sin papel” y que sean expertos en “social media” y no custodios de las costumbres arcaicas, retro, antiguas provenientes del siglo pasado cuando no existía una computadora, toda vez que si no se aggiornan a lo que el mercado demanda, terminarán siendo devorados por aquel.

Los que somos de generaciones anteriores podremos o no a futuro ser hombres y mujeres de consulta de esta nueva camada, pero para que Pilar se levante hay que dar lugar a la gente joven, con voluntad, sin egos, con fuerza, luchadora, laburante, seria, honesta y solidaria.

Mi voto es para los jóvenes dirigentes ¿Y el suyo?

 

 

[1] Abogado (UBA)- Especialista en Derecho Penal (UB)- Autor e Investigador de Derecho Penal en Argentina y en España